miércoles, 1 de octubre de 2008

LA POBREZA NO ES PECADO de Alexander Ostrovsky

Dirección: Everett Dixon
Revisión y Asesoría Cultural: Irina Kóstina
Adaptación colombiana por el Grupo de Montajes II
Dirección Musical: Claudia Vélez
Con la participación especial del maestro Libardo Carvajal
Diseño de Producción: Jorge Reyes
Estreno: septiembre 2008














Doña Cecilia con dos invitadas (Isabella Moloney con Oriana Gironza, Diana Tapasco) en La Pobreza no es Pecado de Alexander Ostrovsky. (Fotos: Juan Diego Muñoz, Jorge Suzarte)

Ostrovsky es el dramaturgo más importante de Rusia, y si no fuera por la fama del Teatro de Arte de Moscú, y la posterior ascendencia de Chéjov, quién sabe si no estaríamos montando a Ostrovsky en todos los teatros del mundo, y no a Chéjov.

Como con Chéjov, Ostrovsky desconcierta porque sus obras no parecen tener conflicto. Uno no las entiende al principio, porque nadie resulta ser lo que parece – los personajes no son ni tan malos ni tan buenos, y nunca terminan de revelarse. En esto Ostrovsky es un autor más real que el mismo Chéjov, cuya visión casi mareada de la banalidad de la gente lo lleva, por su excesiva sensibilidad, a hacer juicios morales bastante crueles.

Ostrovsky es más generoso que sensible, y todo el tiempo está esperando para ver quiénes son sus personajes realmente. Como dice el crítico Lakshin: "El mismo héroe despista un poco al autor. [...] Artista perceptivo, Ostrovsky analisa la vida y saca a la luz del proscenio nuevos tipos, sin dar un juicio definitivo sobre ellos." (Ostrovsky, 2000) Otros autores "suspenden la incredulidad"; Ostrovsky suspende el juicio moral - es en algo la esencia de su efecto. Nunca Puede Saberse (título de una obra de George Bernard Shaw) podría ser el título de todas las obras de Ostrovsky, y habríamos que detenernos en una comparación de los dos grandes dramaturgos prolíficos del fin de siglo (Ostrovsky escribió 47 obras con 728 personajes, Shaw escribió 57 obras con un tanto menos porque las obras rusas siempre son más pobladas). El hecho que Ostrovsky pone dichos populares a sus obras no refleja la sencillez de su visión sino la complejidad de la sabiduría popular, que también es más vieja que nosotros, y también sabe que las cosas nunca son como parecen.

En contraste con sus contemporáneos, Tolstoy, Dostoyevsky y Turgenev, Ostrovsky es de orígen humilde; nació en Zamoskvarechie, es decir en el gran barrio de los negociantes en la orilla sur del río Moscú. Sus obras, como muchas en la época de la sesentena del siglo pasado, marca una transición fascinante en la poética teatral: las obras siguen en la gran tradición del melodrama, y están llenas de efectos brillantes, peripecias, finales inesperados, etc., pero al mismo tiempo el tema tratado ya no es de la nobilidad sino del mundo agresivo de los negociantes, representado con gran fidelidad realista. No hay autor en la historia de la humanidad que dibuja mejor los abogados corruptos, negociantes poetas o contadores intrigantes de este mundo financiero excepto de pronto su contemporáneo Anthony Trollope, y sin embargo Ostrovski era también poeta, cuyos paréntesis soñadores en la acción, incomprensible para el dramaturgo realista más convencional, daba toda la vitalidad a sus obras. (En el momento mismo de la culminación de la obra Lobos y Carneros, los dos personajes en escenario se ponen a hablar detenidamente del tabaco.)

Con el resurgimiento moderno de las ideologías financieras neoliberales en el mundo entero, las obras de Ostrovski, alguna vez considerado un autor provinciano ruso, han experimentado una revaloración en el mundo, y sus temas son más vigentes que nunca. Ostrovski también es moderno en su trato de la mujer: la gran mayoría de sus obras, incluso las tres nombradas, tienen como protagonistas principales mujeres fuertes e independientes.
Sus grandes obras maestras son El Bosque (puesto en escena por Meyerhold, uno de tres o cuatro montajes más brillantes del maestro, en el año 1923), Lobos y Carneros, primer gran éxito artístico del Teatro Estudio Fomenko bajo la dirección de Piotr Fomenko y Ma Zheng Hong, y La Tormenta, obra más conocida del dramaturgo afuera de Rusia. El director de este montaje inició su carrera de dirección montando La Verdad es Buena, pero la Felicidad es Mejor en Ottawa en febrero de 1996.



Los Músicos (Lina María García, Estefanía Díaz, Cindy Muñoz y el maestro Libardo Carvajal) en La Pobreza no es Pecado de Alexander Ostrovski. (Fotos: Juan Diego Muñoz, Jorge Suzarte)
Esta obra reune tres tipos de personajes: unos jóvenes que apenas han vivido y quieren alcanzar a probarlo todo (Mateo, Lucero, Guille, Jacobo, María, Liza); unos personajes que han vivido demasiado y quieren recuperar una felicidad que parece estar escurriéndoles entre las manos (don Aníbal, don Emiliano); y unos personajes simplemente felices a pesar de su condición (doña Cecilia, Libardo, Marina). Como otra obra que contrasta la loca aspiración de la juventud y la nerviosa nostalgia de la vejez, Romeo y Julieta de Shakespeare, esta obra se trata de un grupo de gente que va corriendo detrás de la felicidad sin alcanzarla sino, milagrosamente, al final. La obra de Shakespeare es una comedia fracasada; esta obra de Ostrovsky es una tragedia fracasada, y ambos dramaturgos mezclaban la comedia y la tragedia de manera inesperada en todas sus obras.
En términos de la acción, esta obra celebra la cultura y la proeza nacionales, - y por esto no se puede mantener las canciones y tradiciones rusas de la obra sino hay que buscar sus equivalentes aquí. Nuestra adaptación colombiana está llena de canciones llaneras, la música colombiana más parecida, por su atmósfera, contenido y complejidad, a la música rusa, y la acción de la obra se ubica, como la versión rusa, en una época atrás, en la época de nuestros abuelos, en los años cuarenta, donde la tradición todavía no se había desmoronado ante la agresiva modernidad.
En pocas palabras, esta obra es una fiesta que algunos personajes quieren, y no logran, aguar. Es una gran alegría para nosotros presentar este autor desconocido en el mundo hispánico, y estamos orgullosos de presentar este estreno Latinoamericano de La Pobreza no es pecado.