viernes, 26 de diciembre de 2008

UNA ESCENA DE LOBOS Y CARNEROS EN INTERNET

Es difícil hacer entender el ideal estético de uno mismo, cuando nadie ha visto el trabajo que fue tan fundamental en la propia formación. Como he dicho muchas veces en estas páginas, el autoengaño es una fuerza tan arrolladora en el arte, y el teatro un oficio tan efímero, que no hay manera de saber si el propio recuerdo era una exageración, los elogios de la prensa y del público una histeria colectiva, los espectáculos premiados unos eventos coyunturales de moda. La ausencia de referencias en esas situaciones es elocuente: los Colones que llegan a Colombia pueden vender la calidad de su propia formación, ensalzándola, sin preocuparse por que los estudiantes se den cuenta del real nivel de las obras referenciadas.

Muchos años resistí hablar de Rusia, ni monté nada ruso, en Colombia. Quise basar mi reputación en la calidad de mis propias obras, y no en mi pasado glorioso - que nunca fue glorioso, de hecho, sino fracasado. Yo fui un fracaso al lado de gente gloriosamente exitosa, y aprendí algunas cosas de ellos. Si he tenido una carrera de aciertos y de fallas, por lo menos sabré, siempre, que fueron mis aciertos y fallas.

Pero este año se me presentó la oportunidad de referirme a esa época mágica de manera clara, por la magia del internet. En YouTube, han colgado unos extractos de muchas obras del teatro Fomenko, algunos de los cuales son grabaciones excelentes de esa época del principio de los años noventa. La cámara está tan íntima con los actores, que se puede observar cada reacción, cada detalle, cada impulso, y hacerlo en referencia de una obra que existe: Lobos y Carneros de Alexander Ostrovsky, que trabajamos el semestre pasado dos grupos de la escuela. Con este video verán el excelente trabajo de Ma Zheng Hong, que montó la escena filmada con esos actores en 1991, y de mis queridos compañeros rusos; de pronto, además, les ayudará a entender lo que estoy tratando de buscar con ustedes, y particularmente para que entiendan qué estoy buscando cuando hablo de reaccionar y coger impulso. Son dos partes del cuadro octavo del tercer acto de Lobos y Carneros. En vez de explicar la obra, pongo la traducción de la escena, y pongo los tiempos del video para ubicar al lector más o menos en el lugar del video. Cuando indico un intervalo de tiempo, es porque ese renglón de texto se repite y se alarga en la improvisación escénica. (Por ejemplo, en 3:03, el texto "felicidad y ternura sin fin" - "schastie y neznost" - se improvisa más de una vez.)

Para entender la escena, lo único que necesitan saber es que Lynyaev (interpretado aquí por Yurii Stepanov) es un juez y un soltero empedernido, y que Glafira (interpretada por Galina Tiunina) es una pobra muchacha que hasta este momento en la obra ha andado en traje de monja, y ha convencido a Lynyaev que la próxima semana va a entrar en un convento - cuando, como se ha revelado en el segundo acto, su intención real es seducir a Lynyaev y casarse con él, porque sabe que sería muy fácil dominarlo como esposa y poder seguir viviendo la vida que ella quiere.

También, he incluido dos escenas de la obra antes de que empiece el video, para entender bien: la escena donde empieza el diálogo entre ellos en el tercer acto, y el principio del cuadro octavo que no aparece en el video. También es útil señalar que no he cambiado las acotaciones del texto original, para que puedan ustedes observar los ajustes sutiles que los actores han hecho para justificar la línea de acciones. De hecho lo que van a ver es un ejemplo ideal de una escena "analisada" - es decir, desbaratada en una serie de juegos exactos y justificados.


CUADRO OCTAVO, ACTO TERCERO
Lynyáev, Glafira.

Lynyáev: ¿Usted sólo cambió de vestido, pero dejó su modestia intacta?
Glafira: ¿No le gusta la modestia en exceso?
Lynyáev: ¡Si no me gusta! ¡Qué dices, por favor! No, está bien, está muy bien.
Glafira: De pronto está bien, pero aburrido.
Lynyáev: ¿Y acaso usted está obligada a divertirme? Eso es más bien mi obligación, pero yo… perdone, lo único que puedo ofrecerle es que usted se aburre conmigo.
Glafira: Perfecto, le agradezco mucho.
Lynyáev: No hay de qué.
Glafira: Claro que sí.
Lynyáev: ¿Por qué?
Glafira: Y la tranquilidad, ¿acaso es poca cosa? Pasando una tarde con usted, yo puedo dormirme sin preocuparme en lo más mínimo, como el sueño de una persona recta. Yo no he amado todavía, Mijailo Borísych, pero esa hora vendrá; estoy en esos años en los que en cualquier momento puede llegar una fiebre amorosa.
Lynyáev: Entonces, usted es tal como todos. Y yo pensaba que usted…
Glafira: ¿Qué? ¿Qué no soy capaz de amar? Muchachas así no existen, Mijailo Borísych.
Lynyáev: ¿Y usted teme enamorarse?
Glafira: ¿Y cómo no temerlo? El amor no me traería nada sino el sufrimiento. Yo soy una muchacha con gusto y sólo puedo enamorarme de una persona recta; pero las personas rectas buscan a gente rica. Por eso yo me escondo y huyo de la sociedad, - tengo miedo de enamorarme. No piense que yo soy modesta, las aguas mansas son profundas, y siento que si me enamoro…
Lynyáev: ¡Oy, qué susto! No lo diga, por favor, no continúe!
Glafira: Pero con usted no temo nada.
Lynyáev: ¿Usted no teme?
Glafira: Para nada. Usted no se pondrá a divertirme, y además distraerse con usted es absolutamente imposible.
Lynyáev: (ofendiéndose) ¿Pero por qué usted piensa así?
Glafira: No, en serio, ¿qué tipo de amante es usted? ¡No se ofenda, Mijailo Borísych! Usted es una persona muy buena, todos lo respetan; pero amarlo es imposible. Usted ya tiene sus años, se ha engordado, y probablemente usted anda en la casa con una salida de baño y un gorro de dormir; es decir, usted se ha vuelto un abuelito querido y de buen corazón.
Lynyáev: Usted está sin piedad conmigo. No, yo todavía…
Glafira: No, no, no se engañe, - ¡rehúse las conquistas, Mijailo Borísych! ¡Ha-ha-ha! (Se ríe.)
Lynyáev: ¡Pero por qué se ríe usted, hágame el favor!
Glafira: ¡Perdóneme, por favor! Acaba de llegar a la cabeza un pensamiento chistoso. Y que si usted se enamora de mí y va a agasajarme de ternuras, - pues, con todo el respeto hacia usted, no aguantaría y me reiría a carcajadas.
Lynyáev: Pero qué pensamientos tan divertidos llegan a su cabeza.
Glafira: Estoy molestando. ¿Le parece extraño que yo me alegré? No es por mucho tiempo.
Lynyáev: ¿Por qué no?
Glafira: Entro en un convento en unos días.
Lynyáev: No, ¿usted bromea?
Glafira: No bromeo. ¡Adiós! ¡No me recuerde mal! Honestamente, ¡no se enoje conmigo por mis chistes! Quiero dejar un buen recuerdo de mí.
Lynyáev: Usted puede dejar un buen recuerdo muy fácilmente.
Glafira: ¿De qué modo?
Lynyáev: ¡Usted me hace un pequeño favor!
Glafira: Con muchísimo gusto.
Lynyáev: Y ¿por qué con muchísimo?
Glafira: Así, porque usted es una persona muy querida.
Lynyáev: Yo necesito una persona que sepa escribir, por un corto tiempo
Glafira: No puedo. Aunque escribo bien, yo no podría hacerlo como trabajo.
Lynyáev: Usted no entendió o no quiso entender…
Glafira: Si yo fuera hombre; pero así, hágame el favor, ¡qué pensarían, Mijailo Borísych! Pero de otra parte…
Lynyáev: ¡No es eso! Chugunóv es el responsable de Meropa Davýdovna para la redacción de cartas, yo conozco su letra; pero a veces aparecen hojas escritas en un letra impecable.
Glafira: ¿Entonces para qué necesitas a un escritor?
Lynyáev: Necesito saber quien lo escribe.
Glafira: Pregunte a Chugunóv.
Lynyáev: No me dirá.
Glafira: ¿no es algo tan sencillo?
Lynyáev: ¿Usted sabe?
Glafira: De pronto sé más de lo que usted piensa
Lynyáev: Entonces, ¡dime!
Glafira: No es posible.
Lynyáev: ¿Por qué?
Glafira: Porque es mi amante.
Lynyáev: Cada vez más difícil.
Glafira: Yo me expresé un poco fuerte. Él está realmente enamorado de mí y me escribe cartas de versos casi todos los días. Tan querido, - no exige una respuesta, sólo derrama sus sentimientos ante mí.
Lynyáev: Pero quién es, dime.
Glafira: ¿Usted lo necesita mucho?
Lynyáev: Mucho.
Glafira: No sólo puedo nombrarlo, puedo presentárselo aquí en diez minutos y recomendárselo.
Lynyáev: (se restriega las manos de la alegría) ¿Qué dice usted? ¿Realmente?
Glafira: Sólo que no lo haré gratis.
Lynyáev: Exiga de mí lo que usted quiera, cuánto usted quiera.
Glafira: No pediré mucho.
Lynyáev: Todo, todo lo que quiere.
Glafira: Finge que me amas y cortéjame toda esta noche.
Lynyáev: Y ¿usted va a reírse?
Glafira: Probablemente, si resulta chistoso.
Lynyáev: Bueno, ¡una noche qué importa! Aunque difícil cumplirlo, nada que hacer, hice una promesa. ¿Entonces, cuando me lo va a presentar?
Glafira: Ahora mismo. Yo lo vi paseándose, voy y lo traigo aquí. ¡Espéreme aquí! Allí viene Yevlampia Nikoláevna. (Sale.)

CUADRO DECIMO, ACTO TERCERO
Lynyáev, Glafira.

Glafira: Bueno, ¿contento?
Lynyáev: No puedo expresar cuan agradecido estoy. Estoy tan feliz que estoy dispuesto a saltar y bailar como niño.
Glafira: Ser un niño no está bien, mejor ser un joven.
Lynyáev: ¿Es decir?
Glafira: ¡Guarde su palabra!
Lynyáev: ¿Cuál?
Glafira: Ser querido conmigo.
Lynyáev: Yo soy torpe, Glafira Alexéyevna, ¡qué placer puede darle el hecho que yo, a mi edad, haga el bufón!
Glafira: Que sea un poco, por encimita.
Lynyáev: ¿Y cómo coquetear? ¿Quiere usted que yo alabe sus ojitos?
Glafira: No, eso es tonto.
Lynyáev: O a la rusa, como se quieren los muchachos y las muchachas, - muy sencillamente, sin ceremonias.
Glafira: Y eso es demasiado. Por otra parte, mejor decir banalidades. ¡Qué desdicha la suya! No sabe ser querido, sin embargo toca ser querido. Pero bueno, no se preocupe que yo le ayudare. Pero póngase la cobija, y tápese las orejas, ¡que está frío! Así. (Cubre a Lynyáev con la cobija.)
Lynyáev: Le agradezco.
Glafira: Ahora dígame: ¿acaso usted no ha amado a nadie en la vida?
Lynyáev: ¿Cómo que no?
Glafira: ¿Y usted habló al objeto de su pasión?
Lynyáev: Hablé mucho, pero yo era muy joven en ese entonces.
Glafira: Entonces, acuérdese de lo que usted habló.
Lynyáev: No es difícil. Yo dije a una rubia que nuestras almas fueron familiares antes de que aparecieran en la tierra, que ellas viajaban juntas por todo el universo, que aleteaban como mariposas en los rayos de la luna.
Glafira: Bueno, ¿y qué más habló?
Lynyáev: A otra, una morena, le dije que le alquilaría una maravillosa dacha, que le compraría un par de voronikh rysakov.
Glafira: Eso está bien, me gusta más esta conversación. Siga en este tono.
Lynyáev: Le prometí montañas de oro, dije que no podía vivir sin ella, quería pegarme un tiro, ahogarme.
Glafira: ¿Y ella qué?
Lynyáev: Decía: “¿Para qué pegarse un tiro, ahogarse? Cásese, y de una vez no tendrá que preocuparse más.” No, mi ángel, le dije, eso es peor que ahogarse. “Bueno, entonces ahóguese, porque yo no quiero amargar a mi mamá ni a mis familiares.
Glafira: ¿Ella era una muchacha pobre?
Lynyáev: Pobre.
Glafira: Entonces tonta.
Lynyáev: ¿Y qué habría hecho usted en su lugar?
Glafira: Yo no me habría puesto a contradecirle en nada, habría aceptado la dacha, y los caballos, y la plata – y sin embargo yo me habría casado con usted.
Lynyáev: Eso es imposible; estoy tan firme en mi decisión.
Glafira: No, es muy sencillo.
Lynyáev: Pero de qué manera, dígame, explíqueles,
Glafira: ¡Sentémonos!

(Se sienta en la banca.)

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[0:00] Glafira: Ahora, imagínese que a mí usted me ama un poquito[0:21], ¡por lo menos como lo amó esa morena! Sin esto, no se puede hacer nada. [0:34] (Se acerca a Lynyáev.)
Lynyáev: Permíteme, ¿qué es eso?
Glafira: (mirando alrededor) ¡Ah, perdóneme!
Lynyáev: No, está bien. Sencillamente quería preguntarle: ¿qué es eso, usted está entrando en el rol, o es que no me considera un hombre?[0:54]
Glafira: Me dio un poco de frío. [0:57]
Lynyáev: Entonces, tenga la bondad, no se preocupe, si usted quiere. [1:07]
Glafira: (recostándose de nuevo en Lynyáev) Entonces, usted me ama, con toda el alma. Yo soy el cuadro perfecto de la modestia y la sumisión, no sólo cumplo con sus deseos sino los anticipo, y al mismo tiempo la tomo en mis manos a usted y a su hacienda, me entero de sus hábitos y caprichos más pequeños y a fin de cuentas, y en muy poco tiempo, me hago una completa necesidad para usted, de tal manera que usted no puede dar un paso sin mí.
Lynyáev: Sí, admito que es posible. [1:34]
Glafira: Luego, una mañana espléndida yo le digo: “Papito, siento la necesidad de arrepentirme; ¡déjame ir unos días para rezar!” Por supuesto usted resiste al principio; yo me someto a usted con gran discreción. [2:04] Luego, de vez en cuando, repito mi petición y durante algunos días lo miro con una mirada de súplica; usted lo aplaza cada día más, pero finalmente me deja ir. [2:13] Sin mí en la casa empieza el caos: esto no está bien, - lo otro peor; o el café resulta amargo, o el almuerzo sale tarde; o bien no han arreglado su oficina, y si la han arreglado, los libros y papeles del escritorio no están en su lugar. Usted empieza a salirse de quicio, a suspirar con frecuencia, o corriendo por las habitaciones, o parándose, encogiendo los hombros, hablando consigo mismo; usted empieza a preguntar, "¿No viene?"[2:33], y sale a menudo a la terraza; y yo me demoro unos dos o tres días más a propósito. Finalmente ni siquiera puede quedarse quieto, pierde la paciencia y empieza a caminar hasta dos millas de la casa. Y de repente, llego. [2:43] ¡Cuánta alegría! La misma vida silenciosa y tranquila de antes; en sus ojos sólo la felicidad y una ternura sin fin. [3:03 - 3:14]
Lynyáev: (con un suspiro) Entonces, ¡qué más, qué más será! [3:14 - 3:35]
Glafira: Pero un día, cuando su ternura no tiene límites, yo le digo con lágrimas: “Querido abuelito, tengo vergüenza ante mis familiares, mis amistades, me da vergüenza mirar a la gente en los ojos. Yo debo esconderme de todos, enterrarme viva, pero yo estoy todavía joven, quiero vivir…” [3:59]
Lynyáev: Sí… ¡ah, de verdad! [4:01]
Glafira: ¡Adiós, mi querido abuelito! No necesito de tus tesoros. [4:05]
Lynyáev: ¡Ah, maldita sea, es una bajeza! [4:09]
Glafira: Voy a casarme.
Lynyáev: ¿Con quién?
Glafira: Que sea con Goretsky.
Lynyáev: ¡Es un partido espléndido! [4:12 - 4:17]
Glafira: Sí, él es pobre, pero por lo menos yo tendré alguna posición en la sociedad. Todo ha terminado, yo estoy decidida. [4:24]
Lynyáev: [Toman un trago 4:24 - 4:28] Pero no es posible hacer eso tan de repente, ¡abandonar a una persona por unas tonterías! Debía haber pensado antes y advertirlo primero. [4:40]
Glafira: Yo tenía miedo, querido abuelito. Acaso no ves como me estoy consumiendo, secando de día en día, yo puedo enfermarme en serio, morir. [4:46]
Lynyáev: ¡Es desvergonzado! ¡Todo esto es un fingimiento! [4:48]
Glafira: Si no me crees, as lo que quieras; yo estoy dispuesta a sacrificar hasta la vida para tí. [4:56]
Lynyáev: ¡Eso es lo que hay que decir! [4:58] Después de todo impuse lo mío.
Glafira: Sí, lo suyo, lo suyo. ¡Por dónde se puede discutir con usted! Sólo que ese mismo día, bajando el sol, desaparezco a escondidas, y nadie sabe, es decir nadie quiere decirle donde estoy. Pasa un día, otro; usted manda mensajeros por todos los caminos, syschikov, usted mismo corre de un lado a otro, no puede dormir, pierde su apetito, se enloquece. Faltan unos minutos para que usted se enloquezca definitivamente, y le anuncian en secreto donde estoy escondida. [5:27] Usted se echa a verme con regalos, con diamantes, y con lágrimas me suplica volver - [5:32]
Lynyáev: ¿Y usted?
Glafira: ¡Yo soy inflexible!
Lynyáev: ¿Y yo?
Glafira: ¡Usted llora!
Lynyáev: ¿Y usted?
Glafira: ¡Yo misma estoy gimiendo!
Lynyáev: También estás llorando. [5:38]
Glafira: Yo lo amo, siento dolor al separarme de usted, pero yo soy implacable. Finalmente yo le digo: “Querido abuelito, tú amas la vida de soltero, tú no puedes vivir de otra manera, - ¡hagamos lo siguiente! Casémonos a las escondidas [5:59], de tal manera que nadie se entere del hecho; tú sigues tu vida de soltero, todo será como antes, no cambiará nada, - sólo que yo voy a estar tranquila, no voy a sufrir.” [6:10]
Lynyáev: A las escondidas.
Glafira: A las escondidas.
Lynyáev: No cambiará nada.
Glafira: No cambiará nada. [6:13]
Lynyaev: ¿Y yo? [6:14-6:24]
Glafira: Usted, después de una corta vacilación, se pone de acuerdo. [6:24 - 6:35]
Lynyáev: ¿Me pongo de acuerdo? Sí, es muy posible, es muy posible, realmente puede ser. [6:35 - 6:46] Pero después de todo yo impuse lo mío. [6:54]
Glafira: Sí, lo suyo. Pero al otro día de dónde surge esa frivolidad, esa pereza, ¡esa lentitud en los movimientos! ¡De donde aparecen esos elegantes vestidos!.. Aparecen pucheros, aparece un tono de reclamo, aparecen unos ademanes arrogantes. Tan querida y tan tierna me comporto con los extraños, y tan severa con usted. Cuan feliz va a ser cuando escuche una palabra encarecida de mi parte. Ya no voy a afanarme ni correr detrás suyo, y no va a ser abuelito, sino sencillamente Michel…[7:25] (Habla perezosamente.) “¡Michel, corre, yo olvidé mi pañuelo en la banca del jardín!” [7:25 - 7:50]
Lynyáev: ¿Y yo? [7:52]
Glafira: Y usted correrá a buscarlo. Ésa es una manera de casarse; de pronto vieja, pero segura; pero hay otras más. [7:52 - 8:13]

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Lynyáev: Pero así se puede atrapar a un hombre solamente si está enamorado.
Glafira: Por supuesto. Usted está completamente a salvo, porque usted no ama a nadie.
Lynyáev: Yo estoy a salvo y muy contento por eso. Pero si de repente me tocara enamorarme de una persona, esa persona sería usted. (Besa la mano de Glafira.)
Glafira: ¿Y eso qué significa? ¿Eso por qué?
Lynyáev: Así.
Glafira: Si es sólo “así”, entonces es ofensivo. De repente está lleno de ternura, y puesto que estoy cerca, usted sin rodeos me coge por las manos.
Lynyáev: Pero no. Usted misma quería que yo le coqueteara.
Glafira: ¡Ah, se me olvidó! Entonces, bese, bese cuánto quiera.
Lynyáev: Voy a besarle. (Besa la otra mano.)
Glafira: Parece que sólo ahora usted está entrando en el gusto de su personaje.
Lynyáev: Hace un tiempo yo temía algo; pero ahora es un chiste muy agradable.
Glafira: (con un suspiro) Sí, sí, desafortunadamente, es sólo un chiste.
Entra Anfusa.

Lynyáev, Glafira, Anfusa.

Anfusa: La cena pues… esperando… La noche. Frío… Mandaron pues… a mí…
Glafira: (A Lynyáev) ¡Vamos!
Lynyáev: Yo voy llegando.
Glafira y Anfusa salen.¡Ella es tan bella, tan querida, tan inteligente! ¡Por mucho tiempo, pues! Pasas un par de noches con ella- y empiezas a considerarlo; falta solamente dar la oportunidad, ¡y saltan al ataque! Está bien que ella va a entrar en un convento; sino tendría uno que huir de ella. No, mejor cenar con ellos y a la casa, lejos del pecado, allá me verán. Y luego cuando nos veamos será a solas “¡buenos días!” y “¡adiós!” Tú eres muy bella, Glafira Alexéyevna, pero mi libertad y mi tranquilidad, y mi vida de soltero son mejores que tú.