domingo, 1 de marzo de 2009

LOS FUGITIVOS de Alejo Carpentier

Premio Residencia Mincultura 2008-09

Dirección: Everett Dixon
Coreografía : Yovanny Martínez Riaño
Coreógrafos/Intérpretes: Jairo Lastre/Julián Garcés
Diseño de Luces: Robinson Achinte
Dirección Musical: Claudia Vélez












Jairo Lastre (Cimarrón) y Julián Garcés (Perro) en el estreno de Los Fugitivos de Alejo Carpentier, 19 de febrero de 2009.Beca de Residencia del Ministerio de Cultura. Universidad la Javeriana. (Foto: Claudia Vélez)


DANZA-TEATRO: TAUTOLOGÍA

La esencia de la danza es el movimiento. La esencia del teatro es la acción.

La verdadera danza no es cuestión de perfección de forma: el impulso del bailarín no es solamente el movimiento interno sereno del maestro de artes marciales, sino la expresión de una necesidad irresistible del ser humano – un grito hecho movimiento.

El verdadero teatro tampoco es cuestión de forma: la acción teatral es un conflicto manifiesto, un movimiento interno que expresa una necesidad irresistible y trágica del ser humano.

En este sentido la danza y el teatro son el mismo arte - ambos buscan a expresar un conflicto a través de movimientos concretos y dirigidos – y hay algo en la expresión “danza-teatro” que es tautológico.

Sin embargo, no hay duda que las tradiciones y las convenciones de estas dos artes hermanas son distintas, especialmente en sus encarnaciones menos acertadas. En la danza, por ejemplo, cuando hay perfección de forma, el intérprete puede esconderse, su espíritu dormirse, y el público, arrullado por la belleza de los movimientos, se duerme también. La danza tiende irresistiblemente a una belleza “poética” vacía, a unas formas elegantes que no dicen nada.

El teatro, por otra parte, en su intento de expresar conflictos más “internos”, termina sumamente banal por su falta de herramientas expresivas, entre otras la expresividad corporal.

Por esto, estas dos artes necesitan la una de la otra constantemente. Los bailarines enseñan a los actores a estar presente físicamente en escenario, de expresar físicamente lo que quieren sus personajes, de llegar a una convicción y fuerza de expresión en acciones físicamente dinámicas. Y los actores enseñan a los bailarines de estar presente en el “espíritu”, de participar espiritualmente en las acciones que están llevando, de reaccionar y de tener metas claras, de decir algo y de querer algo en escenario y de expresar este querer en acciones también.

En un sentido muy específico, la danza realmente llega al público cuando tiene acción, conflicto – es decir, cuando tiene una esencia teatral. Y el teatro realmente llega al público cuando tiene una urgencia en el movimiento, dancístico. No es que haya que barrer los límites entre las artes, sino reconocer que las artes necesitan las unas de las otras para llegar, cada una, a su plena expresión.

Es lo que hemos intentado hacer con esta mirada al problema de la verdadera libertad, esta adaptación del cuento de Los Fugitivos de Alejo Carpentier – cinco bailarines, cuatro actores y un director de teatro: llegar a formas tan teatrales pero tan ancladas en el movimiento que el público se pregunte después, ¿era danza o era teatro? Estaremos muy satisfechos si lo habremos logrado en algunos momentos de la obra.














Nattalia Izquierdo, Camilo Jaramillo y Lina Riascos como el Coro de Animales en Los Fugitivos de Alejo Carpentier, 19 de febrero de 2009.Beca de Residencia del Ministerio de Cultura. Universidad la Javeriana. (Foto: Claudia Vélez)


REPARTO

Cimarrón - Jairo Lastre
Perro - Julián Garcés
Perra Gris - Marcela Vanegas
Pavo Real - Nattalia Izquierdo
Perra Inglesa - Lina Riascos
Coro - Actores: Camilo Jaramillo, Juan Pablo Astudillo, Lina Riascos, Nattalia Izquierdo
Bailarines: Marcela Vanegas, Jhair Cambindo, Andrés Cardenas


Cimarrón es cualquier animal doméstico que escapa de sus amos y se asilvestra. En algunas zonas se llama también cimarrones a los animales salvajes con parientes domésticos. Como extensión, el término fue usado en América colonial para describir a los esclavos que escapaban de su cautiverio. En Cuba, Jamaica y algunos países sudamericanos (Colombia, Venezuela, etc.) el término cimarrón está asociado con los esclavos negros fugitivos que llevaban una vida de libertad en rincones apartados de la isla. (Definición de Wikipedia.)